Clase a cargo de Lorena Di Masso: Clínica de la perversión.
Comenta: M. Verónica Ríos

RESEÑA CLASE: Clínica de la perversión
Por Lorena Di Masso.
En la clase XVI del Seminario XVI, Lacan propone volver sobre la función del objeto a al nivel de la experiencia analítica y precisa para ese objeto una función -la de captura de goce- y un lugar -en un punto éxtimo del campo del Otro. De acuerdo a las elaboraciones de esta época, el Otro no tiene consistencia, la única consistencia es la del objeto a. Si clínica y estructura son solidarias, interesa localizar el modo en que las nociones de estructura, del Otro y del objeto se traducen en la clínica.
Según la misma orientación lacaniana, servirse de la categoría de la perversión entendiéndola como estructura subjetiva y distinguiéndola de las fantasías neuróticas y también de la denominada perversión generalizada, es una vía posible para ello. Lo que importa es ubicar la operación que allí realiza el sujeto perverso. La desmentida de la castración y el intento de restitución del goce al Otro es su mecanismo.
Abordar la particularidad de los tipos clínicos presentados por Lacan y puntualizar elementos de la clínica que hacen a la elaboración de un diagnóstico diferencial que tome el resorte lógico causal, permite y propicia alejarse de las concepciones fenomenológicas e imaginarias que alimentan los espejismos de la moral y los ideales. Resalta que la cuestión es ubicar la posición de un sujeto en relación a lo real, el modo en que aborda o responde a la cuestión sexual y a la castración. Cuál es su posición frente a ello en el fantasma.
La cuestión de la inanalizabilidad se pone sobre la mesa al ubicar la diferencia entre la posición subjetiva del neurótico y la del perverso en la que se opone una pregunta por el deseo a una respuesta por la vía de la consistencia del goce respectivamente. Frente a ello, la indicación lacaniana para el practicante que se encuentra en el Seminario XIV: lo único que hay que hacer es lidiar con la estructura lógica de la posición subjetiva en juego, sea neurótica u otra.
Para el final, una cita de JAM que retoma algo de lo que enseña Kant con Sade: “... el peor perverso es uno que habla en nombre de la moralidad, y los verdaderos perversos… los que nunca ven en análisis, pueden juzgar, predicar, enseñar, precisamente tienen una posición de autoridad y de control del goce de los otros y en esto diría que la peor perversión es la rectitud. Y ésta es la constante lección de Freud.
Es precisamente lo que alimenta la conciencia moral (...) es decir, no tienen a uno frente al otro, el perverso criminal y el recto juez; sino que el recto juez es precisamente el peor criminal…”

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