¿Quién es quien sabe, quién sabe quién es?
A cargo de Verónica Ortiz
Comenta: Natalia Senestrari
Reseña:
I
Al comienzo de la clase del 18 de junio de 1969 Jacques Lacan, confrontado con lo que será denominado en este Seminario “evacuación” (de las instalaciones de la Escuela Normal Superior), realiza un comentario acerca de su enseñanza a la que llama “su sublimación semanal”, resaltando los rasgos de deber y devoración ligándolos a la “cosa placentaria”: “Eso con lo que me adhiero a ese gran cuerpo que son ustedes para constituir con mi sustancia algo que les sería objeto de una satisfacción.”
II
Retoma luego la función decisiva del uno-en-más como exterior a lo subjetivo: Uno, Otro, S1, S2, conjunto vacío son algunos de los elementos que le permiten una formulación que sustituye la noción de intersubjetividad por la del uno-en-más. Hace uso de la teoría de los conjuntos de la lógica matemática para ir más allá de Hegel, en una invitación a concebir ese momento originario, incaptable, del origen de un sujeto, que no sea una concepción intersubjetiva- tal como la lucha por el reconocimiento en la que un amo se enfrenta a un esclavo. Aquí el amo y el esclavo son reemplazados por lugares significantes y eso que se escapa de ser significantizado, que es el resultado de una operación lógica pero que, paradójicamente ya está desde el comienzo: el objeto a, como número irracional. Se le quita todo dramatismo a la constitución subjetiva.
En “Los elementos” Euclides estudia los números irracionales, aquellos que no pueden expresarse como una razón de dos números enteros (se clasifican en “medibles” y “no medibles”). Una razón entre dos números enteros es la relación entre esos dos números expresada como una fracción o una proporción, como cuando por ejemplo decimos Deme ¾ de pan. Ahí hay la relación entre los números enteros 3 y 4. Este es un número racional o medible. Pero hay números irracionales, es decir, no medibles como 2 (raíz cuadrada de 2), π (pi)… Entonces, una razón de dos números enteros es una fracción, una proporción que relaciona dos números enteros, y es fundamental para entender la diferencia entre racionales e irracionales. Aquí resuena en todo su alcance la conclusión lacaniana “No hay relación (proporción) sexual”. No hay esa proporción, esa fracción que pueda relacionar esos dos números enteros que serían un hombre y una mujer.
Es menester resaltar lo que dice Lacan acerca del título de este seminario. Cuando decimos De un Otro al otro, no es simplemente del Otro al a sino de un Otro y ahí resuena el 1 del significante inscripto en el Otro, condición necesaria para que el sujeto se enganche, matema S(A), significante en el Otro. Es decir, tenemos el primer 1, el conjunto vacío que es el A e inscribimos otro 1 en el conjunto vacío, que sigue estando ahí. (Ver esquema en p. 344)
El mismo acento es necesario resaltar en relación al sujeto supuesto al saber. Lacan había dicho días antes que no había SsS y había causado cierto revuelo. Pero ahora explica que el acento cae sobre el sujeto de la frase, no sobre el saber. Hay saber pero no de un sujeto. “Dije que el Otro sabe, como es evidente, puesto que es el lugar del inconsciente. Solo que no es un sujeto. La negación en la fórmula No hay sujeto supuesto saber recae sobre el sujeto, no sobre el saber […] no se sabe ahí adentro quién sabe.”
Qui c’est qui sait y Qui sait qui c’est / (homófono) Quién es quien sabe- Quien sabe quién es
Asistimos a un esfuerzo lógico, un intento de apartarse de la pregnancia de lo imaginario de la intersubjetividad. El juego se juega entre significantes y algo que Lacan denomina “un fuego quemándole el trasero” (alusión al objeto) a ese animal que es el hombre.
Muy importante: “Se trata en suma de que todo lo que se deja atrapar en la función del significante ya no será nunca dos sin que se cave en el lugar llamado del Otro eso a lo que di la vez pasada el estatuto de conjunto vacío.”
Lacan se esfuerza una y otra vez, con distintos esquemas para hacernos entender de qué se trata: “Para volverse el uno-en-más, esto es, lo que es él mismo, o sea, conjunto vacío, el Otro necesita otro. Se trata de un segundo significante, otro uno que, a diferencia del primero, está incluido en el Otro. A este otro uno lo llamé un Otro.
(Ver esquemas en páginas 328, 345 y 326)
La relación del uno con el otro uno hace que el sujeto solo sea representado a nivel del segundo uno, del S2. El primer uno, el S1, interviene ciertamente como representación del sujeto, pero esta intervención no implica la aparición del sujeto como tal más que a nivel del S2.
Desde entonces, el uno-en-más, el conjunto vacío, es S(A), es decir, el significante del Otro, A inaugural.
“… la estructura así definida que se sostiene en la relación del uno inscrito en el primer círculo, el del Otro, con el segundo círculo, que es el del uno-en-más, el cual él mismo puede contener el uno más el uno-en-más.” […] “Esta estructura puede repetirse indefinidamente- uno, círculo, uno, círculo, uno, y así sucesivamente. Esto define al Otro. Y esto mismo constituye la instancia como tal del objeto a.”
III
Ya se ha referido anteriormente a la estructura perversa y su modo de restituir al Otro en su plenitud. Será el momento ahora de la neurosis: Se referirá de manera novedosa a los “modelos” del amo y de la mujer y al modo en que son abordados por el obsesivo y la histérica para luego pensar la operación propia del analista, el corte entre la estructura inconsciente y la suposición del sujeto supuesto saber que encarna el neurótico como interrogación.
Se nos recuerda que la estructura psíquica perversa restaura al otro en su aparente integridad, estableciendo una relación efectiva con S(A), como no marcado por lo que designa la barra de S(/A), el significante del Otro barrado, la estructura indefinidamente repetida que designa el objeto a.
En cuanto a la neurosis aborda la estructura histérica en el antianatomismo del síntoma histérico: si un brazo se paraliza, es solo porque se llama brazo, ya que no coincide con las inervaciones anatómicas de nervios y músculos. Refiriéndose a las primeras curas freudiana, la de Anna de O. por ejemplo, Lacan ubica a Freud en la talking cure en el lugar de un Otro, el uno interior al círculo del esquema. “Con Freud se instaura cierto sujeto, sin el oyente Freud no habría aparecido en absoluto” […] “El asiento de un sujeto que se vuelve saber en el campo del Otro y su relación con algo que se vuelve hueco en el cuerpo”.
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Y asistimos a una relectura y cierta transcripción, podríamos decir, de la relación del amo y el esclavo a términos significantes, y cómo funciona en la obsesión y en la histeria. Ya no se trata efectivamente del amo sino del S1, del significante amo, y del esclavo como S2.
En referencia al obsesivo, pregunta Lacan “¿dónde se enuncia toda la dialéctica de la relación del amo y el esclavo? A nivel del esclavo mismo. Porque la dialéctica prosigue en la medida en que el amo es representado ante el esclavo…” Recordemos, estamos hablando del S1 y el S2. “¿Y hacia dónde va? Hacia el saber absoluto” hegeliano, que Lacan explica bajo la forma SsS. “Pero el amo mismo no sabe nada, todos saben que el amo es un boludo”. Está hablando del inconsciente y de ese saber automático, eso ignorado por el sujeto, “eso no sabido de lo que el sujeto está ausente y representado solamente en otra parte.” S1… $... S2
“El obsesivo se refiere al modelo del amo, aunque no se toma por el amo, supone que este sabe lo que él quiere.” En Del síntoma al fantasma y retorno, Miller explica que ese él es tanto el amo como el esclavo. “El obsesivo no quiere hacerse pasar por el amo. Solo lo toma como ejemplo por su manera de escapar a- ¿qué? ¿A la muerte? En un nivel superficial, así lo articulé. Es bien pícaro para tomar el lugar del propio a, que en todos los casos se mantiene a flote en el beneficio de la lucha. Más allá de lo que suceda el plus-de-gozar está siempre allí. Falta aún saber para quién. El plus-de-gozar es la verdadera postura de la apuesta” (referencia a Pascal). “He aquí cómo el obsesivo busca su lugar en el Otro. Y lo encuentra, puesto que en esta génesis ética es en el Otro donde se sitúa el a.”
En este punto Lacan se distancia de Hegel. Explica que la lucha a muerte no se puede captar en ninguna articulación lógica, que de lo que se trata es del goce. “El obsesivo pretende escapar de él, este es el centro de su posición.” En consonancia con lo que sostenía Freud: hay un plus de satisfacción en la obsesión.
Con respecto a la histeria- no sin antes recordar que no siempre la histeria es femenina, hay histerias masculinas-, dice Lacan que “ella es tan boluda como el amo”. Se refiere a la histérica. “No hay duda que el uno interior, el S2, es lo que trata de ver erigirse.” Es decir, el saber. Esto es ya una anticipación del seminario de los cuatro discursos, en el que un $ dividido se dirige a un S1 para que produzca un S2.
Del lado del hombre se apuesta la vida. En la clínica de las preguntas, la pregunta es por la existencia. Del lado de la mujer se apuesta el goce, no de ella sino del hombre. La pregunta es por la sexualidad. ¿Qué es ser mujer?, de allí el lugar preponderante de la Otra.
Así como el obsesivo no se toma por el amo, la histérica no se toma por la mujer. Ella hace de este sujeto SsS: cree que es la otra mujer la que sabe lo que se necesita para el goce del hombre. (Dora) La histérica hace las veces del hombre (en posición masculina) que supondría a la mujer saber.”
Al referirse a las apuestas, se anticipan algunas elaboraciones del Seminario 20. “Este goce no es su goce, que todos saben que es para ella inaugural y existente, y que no solo lo obtiene sin ninguno de los esfuerzos y rodeos que caracterizan el autoerotismo en el hombre, sino que subsiste siempre en ella, distinto y paralelo del que obtiene por ser la mujer del hombre, que se satisface con el goce del hombre”. Es decir, hay o puede haber en algunas mujeres (y en algunos hombres) un goce suplementario al goce fálico, goce femenino, distinto de aquel ligado a la medida fálica, lugar desde el cual la histérica interroga a la mujer.
Al introducir al factor “saber”, Lacan termina deshaciendo un poco los modelos que había intentado construir, ya que no permiten distinguir histeria de obsesión. Estas cuestiones se reordenan en los seminarios 17 y 20. Los matemas S1, S2, $, a, permutando en los distintos discursos, y el goce suplementario en las fórmulas de la sexuación.
¿Y el analista? La indicación que da acá Lacan al analista es practicar el corte. No necesariamente de sesión aunque este es uno de los modos, sino de la coalescencia: “la coalescencia de la estructura con el SsS prueba que el neurótico interroga la verdad de la estructura y pasa a encarnar en sí mismo esta interrogación.” (Clínica “de las preguntas”) “La operación del analista consiste en practicar el corte, gracias al cual la operación del SsS se despega, se separa de la estructura.”
A la pregunta de Lacan que sirvió de título para esta clase ¿Quién sabe? es menester añadirle ¿Qué quiere? Por un lado hay saber y hay lo que él quiere y esto es la voluntad. Pero en el campo que nos interesa, el analítico, “saber lo que él quiere, esto es para el amo como para la mujer el deseo mismo.” Entonces no se trata solo del saber sino de algo más angustiante: el deseo del Otro y el goce en juego, la apuesta de vida, de goce, en el sentido que le dio Pascal.
Referencias
Lacan, J.: El seminario, Libro 16, “Génesis lógica del plus-de-gozar” “Del uno–más”, Paidós, Bs. As., 2011.
Freud, S.: Obras completas, “Estudios sobre la histeria”, Amorrortu, Tomo 2, Bs. As., 1993.
Miller, J.-A.: Del síntoma al fantasma y retorno, Paidós, Bs. As., 2018.
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