Por Valeria López
Febrero 2020
La transmisión del psicoanálisis además de ser efecto de la experiencia analítica, supone también la pertenencia de los analistas en alguna institución que los agrupe y regule, cuyo fin serían los encuentros destinados a poner en cuestión los conceptos teóricos, la práctica clínica y la política. La pregunta por la transmisión del mismo está presente desde los inicios, tanto en Freud como en Lacan.
J.A. Miller, discípulo de Lacan, nos dice que el concepto de escuela para Lacan se define por una relación al saber de un conjunto de personas que siguen a una enseñanza que no es cualquiera. Se sigue a un maestro. En la antigüedad podemos situar la idea de escuela con Sócrates hablando en las calles rodeado de un grupo de seguidores, pero es realmente con Platón donde comienza la escuela, con su lugar, la Academia y una tradición. Lugar donde sus escritos son leídos y comentados en esos grupos. Luego continuaron otras escuelas.
Tanto la universidad como la escuela califican en relación al saber, pero se trata de dos regímenes distintos. La escuela es un conjunto de personas que sigue una enseñanza. El modo universitario en cambio es una transmisión de saber para el que se exige una Licencia, un permiso para enseñar y donde se entrega finalizado determinado tiempo y recorrido de programa un certificado o título habilitante. En las escuelas esto no sucedía así. En principio no había un fin en relación al saber y además los maestros se autorizaban de sí mismos.
Germán García (escritor y psicoanalista 1944-2018), nuestro maestro, nos orientó desde los comienzos de APSaT (Asociación de psicoanálisis San Fernando – Tigre) a leer decididamente a Freud y a Lacan sin caer en una repetición aforística ni tampoco hacer un saber enciclopédico. Nos enseñó a interrogar las lecturas y generar una transferencia de trabajo, donde lo que debemos esperar al final es otra relación al saber. Continuamos intentando seguir con ese legado en cada una de las lecturas.
