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"La" familia no existe- De las variaciones familiares a las respuestas del sujeto

Por Lorena Di Masso

Octubre 2019

Reconocemos en la familia humana una institución social que ha asistido a múltiples variaciones de estructura, organización y extensión a lo largo de la historia. Nada hay en ella de natural. Se trata más bien de un sistema simbólico de relaciones que proporciona a cada sujeto referencias identificatorias y cierto ordenamiento en el modo de gozar.

En la actualidad, la estructura clásica del matrimonio con hijos ha dado lugar a nuevas formas. Es evidente la incidencia del avance de la ciencia y las técnicas de reproducción, como así también las regulaciones en el plano del derecho en cuanto a los modos de filiación. Podríamos decir que no hay La familia, sino familias: de miembros enlazados entre sí por la biología o no, ampliadas, ensambladas, monoparentales, homoparentales, etc. Es posible formar una familia “a la carta”, a medida del fantasma (o fantasías, o deseos…) de cada quien. Sin embargo, a ese “a medida” siempre algo se le escapa. Hay un más allá de eso que se escabulle de todo cálculo posible. Los secretos fundantes, los desencuentros, los malentendidos, las complejidades y los malestares están garantizados. Estos mismos son motivo de distintas consultas. Escuchamos a diario las dificultades en el entramado de los lazos. Desde las que presenta la relación de la pareja conyugal, a la convivencia a solas con los hijos o bien el vivir con los hijos propios y/o los del otro, la incidencia de los nuevos formatos laborales y de escolarización, de la lógica de distribución del tiempo y de los espacios, de las tecnologías y su impacto en el funcionamiento de la vida familiar, la inestabilidad de los vínculos, las formas que toman las separaciones, los modos de estar más o menos juntos o más o menos separados, las funciones que opera cada quien en la escena, etc. Temáticas cada vez más abordadas en múltiples películas y series de televisión. Bonusfamiljen, serie televisiva sueca que narra los avatares de una familia ensamblada actual, es un ejemplo entre otros.

Si bien la época y las formas de las familias han variado (ni para bien ni para mal, se trata simplemente de nuevas formas de presentación), la novela familiar, presente desde el principio de la práctica del psicoanálisis (Freud publicó un artículo al respecto en 1908-1909 y no dejó de dar cuenta de ella en sus historiales clínicos), se sostiene en el discurso del sujeto, a pesar de que éste pretenda muchas veces evitarla. Es frecuente recibir a personas que dicen no querer hablar del pasado, de los padres, de la historia. Eso dura poco. La importancia de la novela familiar radica en que el lenguaje del inconsciente es el de los años de la infancia. Podemos pensar a la familia como ficción, y en este sentido, como un discurso, donde el sujeto está situado en relación al deseo del Otro y los significantes o palabras que de él provienen. Advierte Lacan en el Libro XXIII de su Seminario: “Creemos que decimos lo que queremos, pero es lo que han querido los otros, más específicamente nuestra familia, que nos habla.” El lenguaje nos viene del Otro y con ello construimos nuestra trama, a la que llamamos destino.

Pero en un análisis, de lo que se trata, justamente, es de recorrer el camino que va de lo familiar a lo singular, de desfamiliarizar al sujeto. Se trata menos de recordar que de reescribir la historia, dice Lacan. De ir sobre las marcas que vienen del Otro y que determinan al sujeto, haciendo vacilar algunas certezas, para que a partir de allí éste, el sujeto, pueda ubicar sus formas de respuesta, armar lo propio y diseñar su modo de existencia singular.




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