Clase 14: El deseo imposible de la obsesión
- apsftigre
- 27 oct
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Actualizado: 14 nov
Clase a Cargo de Verónica Rios
Comenta: Virginia Gilardi

El deseo imposible de la obsesión.
Por Verónica Rios
“Hay que tomar el deseo a la letra” es el subtítulo que Jacques Lacan asignó al capítulo V de ‘La Dirección de la cura’; con esta indicación clínica Lacan presenta un caso de neurosis obsesiva de su clínica. En los puntos precedentes aborda el famoso sueño de la bella carnicera para ubicar la estructura del deseo en las neurosis. Deseo imposible en la obsesión y deseo de deseo insatisfecho en la histeria.
El deseo mortificado de la obsesión da por resultado lo imposible. Mortificar el deseo es una operación de defensa frente al deseo y consiste en degradar el deseo a la demanda. ¿De qué modo?, pasándolo al circuito de los significantes. Con ello se evita el deseo, que constituye la falta de un significante que lo nombre. El deseo es incompatible con la palabra y de esa incompatibilidad huye el obsesivo, intentando reducir todo malentendido con la ilusión de la existencia de una palabra sin resto.
Lacan dice que el deseo es una aporía encarnada. Una aporía no es una contradicción, una aporía quiere decir que algo no tiene solución, señala Germán García en “Fundamentos de la clínica analítica”. Lacan va a hablar de lo incurable al final del análisis. Y el deseo no es curable, sí lo es el síntoma, pero no se puede curar al sujeto del deseo. Se trata de una aporía incorporada al cuerpo, que es el propio deseo.
Acerca de la renuncia pulsional, en la obsesión se trata de una modalidad de goce que Freud teoriza ya en 1907, donde señala que el ceremonial neurótico está gobernado por una especie de formación reactiva. En el “El malestar en la cultura” el problema es el superyó y su mandato de goce. Es en nombre del amor que el sujeto puede hacer la renuncia a las pulsiones. La paradoja del superyó es que la satisfacción pulsional encuentra el sujeto obsesivo en la renuncia misma, cuyo circuito es a más renuncia, más satisfacción pulsional.
J. A. Miller en “Conferencias porteñas” (Tomo 2) señala cómo en el sujeto obsesivo se produce una glotonería del superyó. El problema de este circuito infernal es que cuanto más renuncia a las pulsiones, más el superyó va a crecer y más el sujeto será culpable.
En el horizonte del psicoanálisis hay una ética que no es la del superyó, se trata del deseo y su interpretación.






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