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Clase 11: El deseo de analizar

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    apsftigre
  • 11 sept
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 2 oct

Enseñante: Virginia Gilardi

Comenta: Camila Musura


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Por Virginia Gilardi


En el texto “Dirección de la cura” J. Lacan introduce en su enseñanza las consideraciones sobre el deseo del analista.  Freud ya había desestimado los poderes de la hipnosis y la sugestión permitiendo dar lugar al concepto de transferencia y al lugar de un analista. Nos propone analizar los aspectos que sostendrán el concepto de analista y el deseo de analizar. En continuidad con S. Freud, señala qué es lo que tomaría el lugar del abandono del ejercicio de un poder por parte de quien dirige el tratamiento.

Me interesó retomar, como condición de este deseo de analista, lo que Lacan considera el punto de partida.  Así indica que las necesidades naturales del ser viviente son desviadas al pasar por el código del Otro, el lenguaje, transformándolo en un ser de demanda.  Un analista deberá estar advertido que la satisfacción de las necesidades quedará suspendida, fragmentada en la estructura significante transformándola en demandas.

Existe un desfasaje, entre la necesidad del viviente y lo que el lenguaje transforma en demanda.  Esta diferencia da lugar al deseo que se establece como condición absoluta.  No quedará otra opción para el ser hablante que acceder al deseo por la vía de la demanda, la estructura significante.

Dependerá del deseo del analista que, frente a este pedido, a estos efectos de demanda, quien dirige la cura, rechace el llamado a la sugestión que la demanda propone y abra al espacio a la transferencia y al deseo de analizar.

Lacan critica las teorías del análisis donde el analista se identifica con el lugar del Otro que satisface estas demandas. Al mismo tiempo él mismo señala que en algún momento también ubica al analista en el lugar del Otro.  Pero en este texto da un paso más y sugiere abstenerse de ejercer ese poder al que es convocado para responder a la demanda y desestimar así ofrecerse como modelo para el  analizante.

G García en su texto.  “Fundamentos de la clínica analítica” nos propone la pregunta ¿qué pide la demanda? Señala que las demandas piden ser objetos significantes porque el que va a un analista sabe que ahí no va a poner en juego más que palabras. Es pedido de otros significantes, pide interpretación.  Responder a una exigencia frontal, así la denomina G. García, sería ubicarse en el eje imaginario.  Cuando a una demanda significante del analizante se responde con otro significante por parte del analista eso es la sugestión.  El deseo de analista introduce el silencio, la pura presencia del Otro.

Lacan propone llevar la demanda a los límites del ser, a un horizonte deshabitado del ser del analizante.  En el encuentro con la transferencia se dará la posibilidad a que surja el deseo de quien se analiza.  Deseo de analizarse. 

La misma operación será para el analista. Lejos de ofrecer su ser para que el analizante se identifique será su falta en ser la que ponga en juego, su falta de ser y así dar lugar a su deseo de analizar poniendo en juego su relación al psicoanálisis.  Quizá haya ahí un analista.

Desde el comienzo del apartado Lacan pone en primer plano la demanda de felicidad como pedido al analista.  ¿Qué hará el analista con esta promesa analítica? En el seminario 7, “La ética del psicoanálisis” Lacan señala que será necesario que el analista pague con un juicio en lo concerniente a su acción.  Una parte de esta acción quedará velada para el mismo, consecuencia que deviene de la relación con el inconsciente tal cual lo descubrió Freud.  Se interroga y nos plantea si el análisis es lo que se nos demanda, en particular si ese pedido es de felicidad, y sobre todo si refiere a una política de la felicidad en tanto se presenta como una satisfacción, la misma, para todos, sin ninguna particularidad para cada sujeto.   Poner en cuestión los ideales de felicidad de quien se analiza o aquellos que propone el discurso amo en cada época tendrá su lugar en el dispositivo analítico.

El deseo del analista lleva a que los practicantes del psicoanálisis tomen en cuenta una satisfacción que se presenta con una meta aplazada. Así se da lugar a una dialéctica que permiten diferentes argumentaciones, contradicciones, que señalan un conflicto y un síntoma en términos analíticos. Como practicantes del psicoanálisis lacaniano debemos saber que solo la pulsión logra una satisfacción inmediata, circuito de goce que pondremos a trabajar.    La relación del analista con su ser queda fuera de juego en el dispositivo analítico. Solo de este modo dará lugar al deseo de analizar definido como una política en relación con el psicoanálisis.  Deseo de analista que supone como principio tanto el estudio del psicoanálisis propuesto por Freud y Lacan, el análisis propio y la práctica clínica con su correspondiente control, en el marco de una ética que considere las conquistas freudianas sobre el deseo.  Solo así se podrá poner en consideración el deseo del analista.


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