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“La Educación Prohibida”, un comentario desde el psicoanális


Por Myriam Leguizamón

El 13 de agosto se estrenó a nivel mundial “La Educación Prohibida” una película documental que cuestiona la escolarización actual. Su mentor es Germán Doin un joven argentino de 24 años egresado del ISER quien realizó el film con el método de financiación colectiva. La película se distribuye en forma libre y gratuita a través de la web y al decir de sus creadores superó sus propias expectativas en cuanto a la cantidad de personas que ya la han visto.

Con tono provocador y un estilo particular que utiliza mezcla de gráficos, animaciones y actuaciones, resulta recomendable para interesarse y conocer sobre la realidad educativa ya sea desde la óptica de los alumnos, de los docentes e incluso de las autoridades gubernamentales.

El film cuestiona a la escuela tradicional a través de un recorrido por sus orígenes e historia a lo largo de los 200 años de su existencia, presenta otros modelos pedagógicos y escenifica la realidad educativa actual a través de una ficción que pone sobre el tapete el descontento de un grupo de jóvenes con el sistema educativo.

La crítica a la educación actual se articula con la presentación de ciertas propuestas educativas poco convencionales que funcionan en la actualidad en Argentina, Uruguay, Chile, Perú, Ecuador, Colombia, México, Guatemala y España. A partir de imágenes atractivas de docentes y niños interactuando en aulas, huertas y talleres artísticos y de las entrevistas a numerosos pedagogos que defienden y argumentan a su favor, estos nuevos estilos pedagógicos seducen y entusiasman al espectador.

Transversalmente aparece a través de la ficción una acusación severa contra las instituciones escolares, a partir de la escenificación de un conflicto que surge por un discurso escrito por alumnos que las autoridades escolares intentan modificar, se denuncia que en la escuela se atenta contra la libertad de expresión y que los diferentes actores sociales (docentes, alumnos, directivos) son presos del sistema.

Enseñar y aprender son cuestionados desde distintos ángulos, puestos bajo sospecha, pero paralelamente se genera una ilusión: con cambios en los métodos y estrategias pedagógicas se puede educar más y mejor.

¿Qué decir desde el psicoanálisis sabiendo que la educación es uno de los imposibles freudianos?

Hace un tiempo accedí al texto de Catherine Millot Freud antipedagogo, un libro que hace un recorrido exhaustivo por la obra de Sigmund Freud ubicando sus teorizaciones en torno a la aplicación de las ideas del psicoanálisis a la educación. El libro me resultó muy interesante, serio y podría decir - abreviando enormemente su discurrir- que lo que la autora quiere transmitir es que Freud pasó del entusiasmo a la desilusión en cuanto a una posible relación entre el psicoanálisis y la educación. Psicoanálisis y educación son dos campos totalmente diferentes.

Sin embargo voy a tomar de la autora una conclusión con tono de sugerencia donde señala un posible punto de encuentro entre pedagogía y psicoanálisis.

Dice Millot “De la experiencia analítica puede deducirse una ética en la que la pedagogía podría inspirarse; ética basada en la desmitificación de la función del ideal como fundamentalmente engañoso y opuesto a una lúcida aprehensión de la realidad".

Llevando este pensamiento de Millot a la película, puedo decir que si bien hay una marcada y constante crítica a los ideales de la escuela tradicional y es a ese tipo de educación a la que llaman “La Educación Prohibida”, a lo largo del film emerge un nuevo ideal educativo. Rechazando el autoritarismo, la anulación de las diferencias, el desajuste con la realidad, terminan por generar otro ideal: una escuela ideal con métodos ideales, con prácticas ideales, con maestros ideales “La Educación Ideal” jugando con el título.

Pero el educar descansa en la imposibilidad de lograr lo que llamaríamos “resultados ideales” y en ese punto la película no parece estar advertida que genera lo mismo que rechaza.


De todos modos, considero que el planteo que realiza resulta muy útil para pensar en una renovación de las teorías, métodos y contenidos de aprendizaje, teniendo en cuenta que estamos en el siglo XXI. Pero aprovecho para señalar- ya que en la película solo se lo plantea fugaz y sutilmente- un tema que considero más urgente y sobre el cual resulta necesario reflexionar: me refiero a una función que actualmente desempeña la escuela, “vigilar el desarrollo evolutivo y detectar déficit”. Esa función, necesaria en su justa medida pero nociva si se generaliza, se torna un verdadero peligro ya que el niño que no se adapta a los “ideales” es rápidamente etiquetado psicológica y psiquiátricamente y rápidamente considerado portador de algunos de los síndromes de moda: ADD, TGD, autismo, etc., anulándose de ese modo lo más singular de cada niño, es decir, su propia historia. Considero que eso sí debería ser lo “prohibido”.







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