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Clase 5 - El campo lacaniano- Las inmediaciones del goce- a cargo de Camila Musura

Reseñado por Myriam Leguizamón

El viernes 20 de mayo de 2022 tuvo lugar la quinta clase de nuestro seminario de lectura anual: “Lazos sociales. Hechos de discurso”. En esta ocasión, la enseñante a cargo de comentar la clase V del Seminario 17 fue Camila Musura, quien tituló su clase “El campo lacaniano, las inmediaciones del goce”.

Musura organizó su comentario recortando tres ejes fundamentales: el discurso de Freud y su enmascaramiento por parte de autores post freudianos, el discurso de la psicología del ego autónomo junto a las críticas de Lacan y, por último, lo que éste menciona en esta clase como el descubrimiento de Freud en 1920: el lugar del saber y la repetición que abordará a partir de “Más allá del principio del placer”.

En relación al primer eje, Musura señala que Lacan comienza refiriéndose al discurso del analista, para destacar que debe encontrarse en el punto opuesto a toda voluntad manifiesta de dominar, advirtiéndonos una vez más que es muy fácil deslizarse hacia el discurso de dominio. Asimismo, destaca que el discurso es “lo más candente en lo que se refiere al goce”. Musura nos recuerda que debemos- tal como se viene señalando en nuestro seminario- entender el discurso como un modo de hacer con el goce. Vale esta aclaración para tenerla como clave de lectura, ya que siguiendo a Lacan es fácil “deslizarse o patinar” y entender discurso en el sentido de lengua o palabra.

Dice Lacan: “Freud sostiene un discurso extraño, preciso es decirlo, lo más contrario a toda coherencia, a la consistencia de un discurso. El sujeto del discurso no se sabe en tanto sujeto que sostiene el discurso. Que no sepa lo que dice, tiene un pase, siempre nos la hemos arreglado. Pero lo que Freud dice, es que no sabe quién lo dice. El saber-creo que he insistido bastante como para que les entre en la cabeza-, el saber es cosa que se dice, es cosa dicha. Pues bien, el saber habla solo, esto es el inconsciente.”

Continúa Lacan hablando de Freud, señalando que si se impuso a pesar de las protestas fue porque no decía tonterías. Allí lo equipara a Marx, ya que al querer contradecirlos se patina fácilmente y se acaba diciendo tonterías. Remarca que el mérito de Freud es que él sí está a la altura de un discurso que se mantiene lo más cerca posible de lo que se relaciona con el goce, aunque señala que esa posición incómoda desde donde emerge el discurso lo ha llevado a tropezar en las inmediaciones del goce “Freud, a veces nos abandona, se escabulle. Abandona la cuestión cuando se aproxima al goce femenino”.

A continuación, Musura menciona una crítica que hace Lacan a un personaje al que irónicamente califica de eminente y del cual dice que se ha distinguido por comerciar por cualquier medio con las distintas corrientes que han atravesado el psicoanálisis en los últimos cincuenta años, se pregunta de qué se alegra Gillespie al referirse al descubrimiento de los sexólogos Master y Johnson sobre el orgasmo vaginal. Si bien él destaca que el trabajo de los sexólogos tiene su interés, sugiere que este tipo de descubrimientos –científicos sin duda- deberían dejarse al margen del discurso de Freud. Aquí alude al discante. El discante proviene del canto gregoriano se trata de que mientras se canta una melodía fija (canto llano) hay otros acompañamientos u otros cantos improvisados, pero diríamos en segundo plano. Con esta referencia musical utilizada por Lacan no queda duda lo que quiere decir: a partir del discurso de Freud hubo mucho “discante” muchos acompañamientos e improvisaciones, pero no se corresponden necesariamente con el canto llano, con la melodía de Freud.

Antes de entrar en el segundo eje de su clase, Musura menciona la referencia mitológica del tonel de las Danaides para dar cuenta de una noción de algo sin límite y constante, similar a un barril sin fondo que Lacan utiliza para definir al goce y la famosa frase “se empieza por las cosquillas y se acaba en la parrilla”, para destacar la dimensión enigmática del goce: “no se sabe hacia dónde va”.

En referencia a los representantes de la psicología del ego autónomo y a sus producciones comenta Musura que Lacan advierte que se puede leer cualquier tomo de la Revista Internacional de Psicoanálisis y siempre se leerá lo mismo, siempre el contenido será igual de insípido, los que participan en esas publicaciones se felicitan, de haber confirmado en esos cincuenta años, con el borramiento progresivo del discurso de Freud, “la solidez y la gloria de un descubrimiento llamado autonomous Ego o el Ego a salvo de conflictos”. Menciona a tres psicoanalistas (Hartmann Kris y Loewenstein) que, en palabras de Lacan, fueron los responsables de “inyectar” esta teoría prometedora del ego autónomo en la sociedad americana, y en relación a esto concluye: “no podía hacerse nada mejor para volver al discurso amo”.

Lacan advierte además en esas publicaciones, aparece una palabra que es parte de la propaganda analítica: happiness, o en francés bonheur, el sujeto aspira a la felicidad. Ahora bien, dice Lacan, tratemos de dar cuerpo a esta noción a partir de un enunciado central en la teoría freudiana: “no hay más felicidad que la del falo” y agrega “el único que es feliz es el falo y no su portador”. A continuación, relata el fracaso del ideal de la relación sexual.

Continuará la clase señalando que Lacan afirma que eso es lo que Freud supo extraer del discurso de la histérica, que simboliza la insatisfacción primordial. Para ilustrar que lo que interesa a la investigación analítica es saber de qué manera para suplir el goce fálico prohibido se aporta alguna otra cosa mencionará el sueño de la bella carnicera y el caso Dora. Esto se articula con la función de plus de goce entendido como la renuncia al goce por efecto del discurso, del que resulta el objeto a, objeto que condensa la pérdida de goce y el plus de goce que intenta a través de la vía neurótica la recuperación.

Comenta Musura que Lacan investiga la palabra “sexo”, señalando que, en realidad, con el acento que tiene para nosotros, la palabra sería sexus en latín, ya que indicaría que todo el juego se produce alrededor del falo.

Más adelante, Lacan volverá sobre el descubrimiento de Freud hacia 1920, que según él consiste en haber deletreado el inconsciente: “Hay un saber perfectamente articulado del que hablando con propiedad ningún sujeto es responsable. Cuando de pronto un sujeto tropieza con él puede tocar ese saber inesperado, se queda, él, el que habla, bien desconcertado, ya lo creo. Esto lo conduce al más allá del principio del placer. Es lo siguiente, que todo aquello con lo que no enfrentamos al explorar el inconsciente, lo determina, esencialmente, la repetición”.

Aquí Musura comienza a puntualizar el texto freudiano “Más allá del principio del placer” señalando- apartado por apartado- todos los fenómenos clínicos con los que Freud se fue encontrando para ir deconstruyendo la primacía del principio del placer y hacer lugar al “más allá”.

En la lectura de los apartados aparecen: el principio de realidad, las neurosis traumáticas, la insistencia de los sueños displacenteros, el juego del fort–da, la repetición en la transferencia, las resistencias, para concluir con el concepto de pulsión de muerte y la segunda teoría pulsional: pulsión de vida/pulsión de muerte.

Luego de la clase, se generó un interesante intercambio entre los presentes y surgieron distintos temas presentes en el capítulo que abrirán, seguramente, a otras lecturas.


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