Por Félix Chiaramonte
Me interesa hablar de exposición. Justamente se trata de pasar del saber supuesto al saber expuesto. Nos encontramos con colegas, estudiantes y de otras disciplinas, y no aceptamos quedarnos en el “privilegio de las verdades no discutidas”.
A instancias de Germán García constituimos, instituimos APSaT: Asociación de Psicoanálisis San Fernando Tigre. Interpretación analítica de un deseo que ya es indestructible, causa de una producción que justificará, o no, el ruido de nuestra publicidad. A la manera de lo que plantea el gran sociólogo, Pierre Bourdieu, Germán nos planteaba la autonomía relativa del campo cultural. Y esto es justamente ser freudiano. Tal vez García estaba entre los más freudianos de los lacanianos. Había entendido lo que Freud supo hacer. No subsumir el psicoanálisis a la universidad, ni tampoco a colegios de profesionales, mucho menos a las obras sociales, a las empresas privadas de salud o a los Estados nacionales, provinciales o municipales. Eso no quiere decir que no se puedan reconocer los distintos discursos de la ciudad, ubicando los significantes amo que organizan la ilusión que se llama sociedad. En muchas ocasiones, un psicoanalista es invitado a conversar, a charlar, a opinar, pero no a incidir en absolutamente nada de las políticas de una sociedad. Lo más raro es la afición de colegas por creer que la política de los gobiernos les podría dar un lugar. Quizás habría que recordar las posiciones de Lacan y de Freud al respecto.
En algún momento un analista es consultado por los medios de comunicación, pero estamos tranquilos cuando no se le entiende nada. A la inversa, si se les entendiera, seguramente tendríamos una banalización de las categorías o de los conceptos psicoanalíticos. Porque sabemos que, si no, en el sentido común que es el sentido dominante, todo va a la picadora de carne de la actualidad.
En El triunfo de la religión, Jacques Lacan planteaba cómo la religión daría sentido a todo, y hoy podríamos decir que la técnica y la ciencia son dioses y que los ideales de poder, belleza, dinero y juventud, gobiernan el mundo. Analizar, y no rendir pleitesía a ninguna religión, implica desmenuzar sus elementos, y no sostener ninguna de las religiones. Eso tiene que ver con lo que el análisis concluye respecto de lo estructural de la creencia, de la construcción y la segregación permanentes de sentido. ¿Qué triunfará? La posición del analista implica su propio análisis, una desidentificación de las imágenes alienantes, una localización de los goces, una ruptura con los lugares comunes y los clichés, pero también una ética singular.
En 2021 hicimos una lectura del Seminario de la Ética de Lacan. Comentando esa enseñanza, Germán decía: “La temática de la ética se empieza a plantear en el más allá del placer. Hasta el 1920 Freud tenía una ética burguesa, que es la ética hedonista, el hombre busca el placer y huye del dolor. Es así de simple y de fácil porque después hacemos una regla, por ejemplo, ¿cuáles son las cosas que a usted le produce displacer? Mi esposa, el trabajo, el barrio. Entonces cambie de mujer, de trabajo y de barrio, ¿cuál es el problema? Pero nosotros decimos que la cosa es más demoníaca, que está en el sujeto mismo la causa de su infelicidad, que el sujeto repite, que existe el masoquismo primario, etc. Algo se sustrae a la regla simple de hacer una lista de cosas que a alguien le molestan y ayudarlo o alentarlo para que las cambie, suponiendo que así terminaría el problema ¿Qué nos impide hacer esto? Es muy simple, Freud dice que no tiene ningún efecto. La ética del analista consiste en que el tipo repita en análisis la misma alienación sin que el analista saque el provecho que sacaría otro en la vida cotidiana. Si viene un neurótico a hablarnos de su fantasía de sacrificio no aprovechamos para sacarle la plata o para hacerle firmar algo a favor nuestro, seguramente alguien en la calle lo haría.” Germán da el ejemplo de un maharishi en los años 80, para Los Beatles el embuste fue en los años 60. Yo recuerdo que es como cuando vino uno hace pocos años que utilizaba El arte de vivir, claro, de vivir de los demás, y se llevó sus dineros a base de sugestión y engaños. Una ética diferente a la del psicoanálisis. “Lacan dice que nosotros no vamos a plantear una ética en relación al bien, como todas las éticas de la historia, sino en relación a lo real. Vamos a decir que la dimensión ética, la dimensión de la falta, es una dimensión real”. Ese Seminario plantea varias cuestiones, en los subtítulos que puntualiza Miller, el fracaso de la ideología del placer, la dimensión trágica de la experiencia analítica, la demanda de felicidad y la promesa analítica, las metas morales del psicoanálisis, las paradojas de la ética y también la pregunta que dice: ¿has actuado en conformidad con tu deseo? Es para que cada uno se lo pregunte a sí mismo.
Germán García decía que esos puntos, además, posicionaban a un grupo, de practicantes del psicoanálisis, respecto de la cultura, del problema de la clínica, en definitiva: el lugar del analista en la ciudad, en la cultura contemporánea. Y si el analista no tiene un espacio social vive parasitariamente de otro discurso. El de la universidad, el colegio de profesionales, el estado con sus servicios de saludes mentales y hasta de las editoriales, las redes sociales y los medios de comunicación. Sin embargo, unos practicantes del psicoanálisis sostienen algo por deseos decididos que no dependen de otra cosa que de sí mismos y de la resonancia de su discurso, por ende, de su práctica política, epistémica y clínica.
Algunos me preguntan por qué cito a Germán García. Primero porque es mi forma de aceptar su legado, segundo porque es quien nos dio las claves analíticas para seguir en esta causa. Tercero, porque podemos seguir aprendiendo de su enseñanza.
Durante 2021 trabajamos La entrada del psicoanálisis en la Argentina. Primer libro que tomó en serio las versiones oficiales del psicoanálisis y posibilitó otras. En 2022 estuvimos con El psicoanálisis y los debates culturales. Ese libro, editado en 2005, en su introducción sostiene: “Sigmund Freud se propuso ampliar la razón ilustrada para entender la lógica de las pasiones románticas y en esto fundaba la asimetría entre analista y analizante. El primero se sustrae a las pasiones del segundo, mediante algo que se llama deseo de analista, deseo de analizar y no de cualquier cosa”. Punto de partida señalado por su autor a la hora de hablar de esta obra, en donde se articula la propuesta freudiana con la orientación de Lacan.
La presentación promovida en instituciones analíticas, también en la Biblioteca Madero de San Fernando en 2006, y múltiples ámbitos académicos y literarios de nuestro país, realizada con el otorgamiento de la Beca Guggenheim, los elogiosos comentarios de la época, los reconocimientos posteriores como Personalidad destacada de la cultura en Buenos Aires, así como Ciudadano ilustre en Jujuy y en Tucumán, los Doctorados Honoris Causa de las Universidades Nacionales de Córdoba y de San Martín, condensan parte de la relevancia de la trayectoria y el prestigio que supo construir García con sus textos, sus intervenciones y su posición única en la historia del psicoanálisis en la Argentina, como así también en la lengua castellana, durante más de cuatro décadas.
Sin embargo, años después de su fallecimiento en diciembre de 2018, habría que destacar que este texto notable no es tan notorio ni tenido en cuenta en sus hallazgos teóricos e históricos en el medio psicoanalítico donde el mimetismo es regla y la desautorización recíproca, un deporte. De todas maneras, la calidad y originalidad de las líneas de investigación enseñan a una red, cada vez mayor, de lectores y practicantes del psicoanálisis a esclarecerse en varios sentidos.
En palabras del autor: “Este libro, según la fantasía de Ian Hacking, contiene el proyecto de varios libros: la entrada de C.G. Jung, las diversas posiciones de los católicos, las marcas del psicoanálisis en la literatura, las posiciones adoptadas por filósofos en diversos países, las torsiones del psicoanálisis según la profesión de quienes lo practican, las 'superaciones' que se propusieron.”
¿Cuál es entonces la diferencia que tenemos entre psicoanalistas, incluso entre lacanianos, más allá de compartir, eso creemos al menos, conceptos, letras, matemas, lógicas? Entre otras cosas hay diferencias acerca de cómo interpretamos la historia y cómo intervenimos. La distinción la marca en 1972 Germán García cuando respondió a la militancia que quería hacer la revolución por la salud mental y a favor de la ideología del bien social desde el psicoanálisis. Está para leer completo en este Archivo de la Fundación Descartes, Nro 1, y en la página web de la misma institución. “Si el psicoanálisis fuese una pedagogía los analistas solamente deberían ser hombres de bien, buenas personas, capaces de transmitir ideales suficientemente humanos, etc. La protesta idealista contra el caos del mundo, escribía Lacan recordando a Hegel, delata de forma invertida la manera en que los que protestan se las arreglan para vivir en ese mismo caos. Efectivamente, ¿cómo se pudo vender durante tanto tiempo eso que hoy agita a tantas bellas almas?”
Surge una pregunta luego de ubicar la posición de Freud respecto de su descubrimiento: ¿y si el psicoanálisis no tuviese ningún bien que ofrecer a esta u otra sociedad, exceptuando su posibilidad de dar cuenta de la estructura del deseo, aún en lo que ésta tenga de asocial?” Y agrego yo, ¿y si solamente descubriésemos lo que el goce de cada uno tiene de antisocial? En esa época se cuestionaba a las instituciones psicoanalíticas como estructuras verticales de poder y una ideología liberal, así como una distancia respecto de la revolución por venir. Estaban aquellos que se convertían en revolucionarios, otros que pasaban por indiferentes. Y también los que simplemente intentaban practicar el psicoanálisis.
Germán en 1972 se planteaba: “¿El psicoanálisis contra la revolución? No. Se trata de no ahogar en la declamación política, ni en la práctica, ese otro ámbito de la revolución psicoanalítica: el análisis del deseo a partir de la escisión que funda al sujeto como carente y deslizándose, por eso mismo, por los espejismos de su conciencia, precipitándose en las certezas imaginarias que suyo le propone para negar las huellas, siempre presentes, de la escisión que lo constituye como sujeto humano.”
Desde esa época por lo menos, y antes también, estamos contra las buenas intenciones, imperdonables para un psicoanalista que debería orientarse más bien por una ética de las consecuencias.
También entendemos que no se trata de evocar lo social contra lo individual, porque ya sabemos que el inconsciente en tanto lenguaje es transindividual. Incluso tal vez debamos volver a citar que: “un desplazamiento voluntarista a lo político no servirá seguramente para convencer a un melancólico de las alegres virtudes de una sociedad mejor”. Lo cual no quiere decir que no se puedan mejorar las instalaciones y la asistencia en los servicios de salud mental y de hospitales generales. Pero creer que la práctica clínica pasa por la adaptación y por las mejoras edilicias, así como hacer muchos grupos que permitan expresarse, implican una ignorancia respecto de las causas de los síntomas y la lógica especial del sujeto del inconsciente, que invitan a reflexionar. “El deseo de una toma de conciencia política y social pareciera reprimir una evidencia: el psicoanálisis existe porque la teoría freudiana quiere dar cuenta de ese otro sistema cuyas leyes son distintas a las de la razón consciente”
El lugar y el lazo, se titula un curso de Jacques Alain Miller. El lugar es el lazo, dice, en una primera conclusión. En 2021 trabajamos sobre el seminario de los cuatro discursos, los distintos lazos sociales. El discurso amo, el histérico, el universitario, el analítico. Incluso la hipótesis de un discurso capitalista. Pusimos en su título que los lazos sociales son hechos de discurso. No le dimos lugar a los discursos que nos hablan de una realidad objetiva. Nadie vino aquí a decirnos que eso era una locura. Ni siquiera nos insultaron en las redes sociales. En fin, los títulos que da el psicoanálisis ya no escandalizan como en la época de Freud o Lacan. Uno dice que los niños son perversos polimorfos y enseguida podríamos escuchar a un padre o una madre de este salón que diga: ¡y no sabés lo que hizo mi nene/a!
Aquí solamente logramos provocar un pequeño escándalo cuando Germán dio una conferencia en 2014 tal vez, que desafiaba con su título: ¿Qué pasa con la terapia cognitiva? Conseguimos que se indignaran algunos en Facebook y nos pidieran que no hablásemos de eso. Censura políticamente correcta que intentaba evitar la polémica.
Volviendo al lugar. Una institución debe tener un espacio social y un espacio real en la ciudad. ¿Por qué? Porque si no, no existe. Y un analista sin institución, tampoco. Porque depende de su relación a su partenaire. Y el partenaire es el psicoanálisis. Su partida se juega allí. No se trata solamente de sus pacientes o de sus colegas. “La cuestión es saber si el psicoanalista respeta el psicoanálisis”. “El lugar y el lazo analítico dependen del lazo del analista con el psicoanálisis”. Coincidentemente en el módulo de instituciones pusimos a trabajar los ejemplos clínicos. El exemplum, lo singular, lo que escapa a las categorías psiquiátricas y psicológicas. Y de allí proponemos nuestra relación al psicoanálisis, y la de cada practicante con la clínica. Existen diversos métodos o estilos de razonamiento científico, según Ian Hacking. El razonamiento caso por caso, podría decirse que es algo propio del psicoanálisis, como lo dice Forrester, y es destacado en un libro de Levy Yeyati, La casuística de Lacan.
Nuestro párrafo de convocatoria este 2023 al igual que el año pasado es: “Me parece que en la lectura hay que utilizar una definición que da Miller del cartel, dice que allí hay una elaboración colectiva de un producto particular, hay que subrayar lo de elaboración colectiva. ¿Por qué colectiva? Porque cuando varios se juntan no se sabe quién puso qué. Yo vengo aquí a hacer de más uno, los incito a ustedes, algunos de ustedes se enganchan por cuestiones particulares en algo de lo que digo, saca un producto. No es de ustedes, pero tampoco es mío. Podemos decir que el producto es de aquel que asume la responsabilidad, el que responde por él, el que lo firma, pero la elaboración es colectiva. Hay que romper con la idea de autor y pensar en una dialéctica donde una elaboración colectiva posibilita un producto siempre particular. No hay antagonismo entre lo particular y lo colectivo, esta es la idea del cartel.” Ésta es una cita de Diversiones psicoanalíticas, un libro de un curso que dio Germán García en Tucumán a mediados de los años 80, hace más de 30 años, y lógicamente mantiene su vigencia.
Para finalizar en este tema institucional, desde Lacan, es necesario ubicar cuatro puntos de Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis: concepción de los analistas de su papel ante el enfermo, lugar de los analistas en la sociedad de los espíritus, relación de los analistas con sus pares, la misión de la enseñanza de los analistas. Clínica, política cultural, instituciones analíticas, transmisión y enseñanza.
Ahora bien. ¿Qué pasa con la cuestión de las psicosis? Otro Módulo temático que hoy sólo mencionaremos. Freud les dio legitimidad a los escritos del loco Schreber. Lacan retomó esas observaciones freudianas con el bagaje de una formación amplísima de la psiquiatría de su época y una capacidad de poner a trabajar el más allá de las neurosis, a favor de la práctica psicoanalítica.
Hemos llegado a las psicosis a partir de un recorrido que hicimos con un módulo dedicado a las adicciones, y que nos permitió interrogarnos acerca de compensaciones y suplencias frente a los fracasos de la solución toxicómana, el montaje paradójico de la adicción en la operación farmakon.
“Para Lacan la psicosis es un fenómeno del sujeto. Que sea del sujeto implica que no es orgánico y que tampoco es un fenómeno imaginario en el sentido de un problema con alguien, no se puede situar en el eje imaginario”, pág. 57 de Variaciones sobre psicosis, de Germán García.
Germán entendía, coincidiendo con Freud, que la práctica analítica estaba hecha para las neurosis y que en todo caso se podía investigar sobre los tratamientos posibles de las psicosis, siguiendo en esto a Lacan.
A partir de una posición iconoclasta e irreverente cuestionó junto a Masotta a todo el establishment psicoanalítico de la APA (Asociación psicoanalítica argentina) en su momento, para provocar, pero no solamente, y producir una nueva institucionalidad lacaniana. El artículo Psicosis, de Oscar Masotta ilumina temas que son bien actuales, por ejemplo, en respuesta al movimiento de antipsiquiatría en una conferencia brindada en Barcelona en 1976 y también con definiciones acerca del lugar del analista en las instituciones: “seamos serios una institución, los hospitales entre otras, no es sino el lugar donde la práctica de un saber determinado se ejerce para dar satisfacción a la demanda social”. “Para decirlo a mi manera, diría que el objeto primero del psicoanalista es atacar la noción epistemológica misma de objeto, prestar oídos a las articulaciones del deseo ahí donde éste aparece aplastado por demandas y necesidades, permitir la desubicación estratégica del saber ahí donde éste obstruye las frustraciones del amor y la relación del goce a la palabra. Pero que no se tema: no se trata de proponer, aunque tampoco lo contrario sea cierto, al goce como panacea de las satisfacciones del sujeto. Se trata de demostrar, como en matemáticas y no sólo de comprender, dice Lacan, que la relación del sujeto a los objetos de su goce no se distingue de la estructura por donde hay un sujeto del inconsciente. Ello cualesquiera fuera la distancia, que estén a la mano o no, por donde se instituyen como objetos aptos para el goce y disparadores del deseo.”
Una observación de Germán García: “Schreber no tenía problema con los otros, con las personas que le rodeaban. Al contrario, él tenía una relación bastante sutil, fluida, con los otros: cuando escribe sus memorias él sabe que tiene que convencer a tres tipos de sujetos: a los psiquiatras, a los teólogos, y a los jueces. Es interesante porque además pide libros cuando está internado, lee psiquiatría, responde, argumenta, y decir que tenemos a un sujeto que no padece un déficit, sino que se trata de una relación al Otro con mayúsculas que implica una perturbación psicótica, que tiene como causa la relación a un significante que falta, que es el significante del nombre del padre”.
Nuestras lecturas sobre las psicosis son modestas, tratamos de aprender como decía Freud, de la neurosis que no niega la realidad, así como de los locos que quieren transformarla.
Para finalizar, una cita de Lacan: “Naturalmente, soy como todo el mundo, caigo en las mismas faltas que ustedes, hago todo lo que les digo que no hagan. Aunque me salga bien, no dejo de estar equivocado. Una opinión verdadera no deja de ser una opinión desde el punto de vista de la ciencia, véase Spinoza. Si comprenden, mucho mejor, pero guárdenselo, lo importante no es comprender, sino alcanzar lo verdadero. Pero si lo alcanzan por azar, incluso si comprenden, no comprenden. Naturalmente, comprendo: lo que prueba que todos tenemos alguna cosita en común con los delirantes. Al igual que ustedes, tengo lo que tiene de delirante el hombre normal.”
[Seminario 3 Las psicosis. Pág. 75.]
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